miércoles, 12 de junio de 2019

Weltenburger Kloster Anno 1050

La cervecería-monasterio más antigua del mundo nos ofrece una cerveza bautizada con su año de creación. Desde sus puertas, casi un milenio nos observa. Esta cerveza en concreto es del estilo Märzen, caracterizado por un cuerpo fuerte, alto contenido en malta y acabado seco. Ah, y ganó la medalla de plata de la WBC en 2008.

Esta es una Vienna muy característica, de color anaranjado cobrizo, ambarino, por cuyo interior veremos dispersarse grandes burbujas que acaban confluyendo en una capa de espuma blanca, de aspecto cremoso, que llena la jarra hasta casi hacerla rebosar. Especialmente placentera al olfato, se percibe un aroma directo e intenso a malta, grano algo tostado, con importantes matices florales y un claro recuerdo de miel silvestre, completado de forma sublime por un toque de especias picantes, un suave deje herbal y un leve dulzor caramelizado.

El sabor tiene una base también dulce, comienza con caramelo y malta, que se mantienen con una evidente fuerza durante largo tiempo, acompañada por miel y frutos secos, e incluso un deje algo abizcochado. Cada trago abarca la boca por completo aunque el control de los distintos matices es exquisito, y el lúpulo floral junto con un delicioso gusto a miel da el toque final a otra estupenda cerveza de esta marca. Perfecta tanto para beber tanto en soledad, con calma y disfrutando de cada sorbo, como en compañía sin prestarle demasiada atención, su moderación y equilibrio le permiten ejercer ambas funciones.

Se recomienda servir en jarra o vaso ancho, aunque el vaso de trigo alemán también nos serviría. Bien fresca, eso sí. Y beber en abundancia aprovechando que su contenido alcohólico es bajo (5,5% ABV). Para acompañarla, como no, lo ideal es la comida alemana.




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