Como seguro que ya sabéis, según la famosa novela de Alejandro Dumas, los mosqueteros fueron tres, Athos, Portos y Aramis, a los que pronto se unió el joven D'Artagnan para formar un cuarteto inolvidable en la historia de la literatura, y más tarde del cine, que ha retratado en múltiples ocasiones las aventuras del joven gascón y sus colegas de batalla en su cruzada contra sus antagonistas, principalmente el malvado Cardenal Richelieu y su espía, Milady de Winter.
Pero los mosqueteros de este relato que nos traemos entre manos, aun siendo cuatro, poco tienen que ver con los protagonistas de este clásico de la literatura. Kristof De Roo, Rikkert Maertens, Stefaan Soetemans y Sven Suys no son franceses sino belgas y nunca han sido prodigiosos de la espada ni del florete, más bien del fermentador y el macerador. Estos cuatro colegas, tras graduarse como ingenieros cerveceros en Gante y comprobar la dificultad que suponía poner en práctica sus propias ideas en cerveceras ya establecidas debido al tradicionalismo de los estilos belgas más clásicos, decidieron montar su propia fábrica.
Así nació en el año 1999 Brouwerij The Musketeers con la idea de dar una vuelta de tuerca a las recetas tradicionales belgas, aunque siempre respetando sus orígenes -para algo la cerveza belga es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad según la UNESCO. Desde entonces, estos mosqueteros se han dedicado a crear cervezas un tanto especiales que destacan por su extraordinario y hasta sorprendente carácter, inspirándose en una gran variedad de estilos y sabores, pero siempre produciendo referencias perfectamente equilibradas y de la más alta calidad.
Llevan instalados desde sus comienzos en la pequeña localidad de Sint-Gillis-Waas de apenas 20.000 habitantes, perteneciente a la provincia de Flandes Oriental. Aunque han crecido exponencialmente en estos 20 años. De hecho, en mayo de 2019 han abierto sus nuevas instalaciones que incluyen fábrica, cafetería y restaurante y donde esperan aumentar su nivel de producción a cotas mucho mayores.
Pero eso quizás haya sido adelantarse demasiado a los acontecimientos. Porque poco después de adquirir sus primeros equipos de fabricación y realizar sus primeros ensayos, The Musketeers lanzó su opera prima al mercado con la que enseguida comenzaron a cosechar sus primeros éxitos. Se trataba de su visión particular de una Belgian Blonde Ale, pero mucho más lupulada, amarga y picante que las variedades más tradicionales de este estilo.
Ya habían comenzado a escribir su propia historia y ahora sólo les faltaba elegir un nombre para su gama principal de cervezas. Finalmente, el escogido fue el de Troubadour, una clara referencia a los trovadores medievales pues igual que aquellos líricos de la Edad Media, querían que sus cervezas sirvieran para reunir a las gentes para pasar un rato divertido y entretenido y para transportar a sus consumidores a otro mundo aunque sólo fuera por unos minutos.
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